Fenoderee

El fenoderee, también llamado phynodderee, phynnodderee, fynnoderee o fenodyree, es un espíritu doméstico característico de la isla de Man. Se comporta de manera similar a un brownie, pero es terriblemente fuerte y de aspecto robusto, peludo y feo. Katharine Briggs recoge un cuento en su Diccionario de las hadas en la que un herrero de Gordon se encontró una noche con él. El espíritu quiso estrecharle la mano como saludo, pero el herrero, desconfiado, tuvo el tino de ofrecerle una reja del arado que llevaba encima. Al tenerla en la mano, el fenoderee apretó con tanta fuerza que la reja quedó totalmente retorcida. Cuando vio que el hombre había quedado intacto, dijo complacido: «Estoy encantado de ver que todavía quedna hombres fuertes en la isla de Man».

Al parecer, el fenoderee pertenecía al pueblo de los ferrishyn, el equivalente a las hadas de la isla de Man, pero fue expulsado de su reino como castigo. Según cuentan, fenoderee se enamoró de una joven mortal que vivía en Glen Aldyn y se absentó del festival otoñal de su gente para bailar con ella en el Glen Rushen. Por esto fue desterrado y transformado en un hobgoblin peludo hasta el día del juicio final. Pese a ello, sigue mostrando amabilidad ante el ser humano y echa una mano en todo tipo de tareas que requieran de su ayuda.

Al igual que los brownie, se ofendía fácilmente si se criticaba su trabajo o si le daban ropa como pago, ya que solamente se le debía pagar por sus servicios con comida. Una vez un granjero hirió su sensibilidad al decirle que no había cortado bien la hierba, por lo que el fenoderee se puso detrás de él a segarla muy violentamente, poniendo en peligro los talones del granjero. En otra ocasión, ayudó a construir una casa cargando piedras enormes. El dueño quiso demostrarle su agradecimiento regalándole un traje nuevo, pero el fenoderre cogió la ropa y dijo: «Gorro para la cabeza. ¡Ay, pobre cabeza! Abrigo para el cuerpo. ¡Ay pobre cuerpo! Pantalones para las piernas. ¡Ay pobres piernas! ¡Todo esto mío no será, porque Fenoderee nunca lo usará!». Dicho esto, se marchó lamentándose.

Ilustración de Hadas, obra de Alan Lee y Brian Froud

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