Según el folklore japonés, cuando un objeto es maltratado y olvidado antes de que cumpla cien años, al alcanzar dicha edad, se convierte en un tsukumogami. Esto también le ocurre a los trapos de cocina que se quedan atrás en las casas abandonadas; tras años pudriéndose y absorbiendo humedad del ambiente, se transforman en el yokai conocido como Shiro uneri (japonés: 白溶裔; remolino blanco). Una vez han cobrado vida, estos trapos adoptan la apariencia de un dragón asiático y flotan por el aire abalanzándose contra la cara de los viandantes. Debido al hedor que desprenden, los que sufren sus ataques acaban desmayándose en el sitio por el asco.
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Ilustración de Shigeru Mizuki |
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