Un elfo es un tipo de ser sobrenatural de la mitología y folclore germano. Tenían aspecto similar al humano y la reconstrucción de los primeros conceptos que se tenían de estos seres depende enteramente de antiguos textos en anglosajón y de la mitología nórdica. Con el tiempo, los elfos aparecieron en diversas fuentes como textos médicos, baladas y cuentos, mezclándose con el folclore de las
hadas y otros seres feéricos. Los elfos se han convertido en una de las razas más populares en la literatura fantástica moderna, siendo representados como humanos de extrema belleza, muy longevos y de orejas puntiagudas.
En la mitología nórdica los elfos estaban relacionados con los dioses o se consideraban deidades paganas, pero con el tiempo, durante la
época isabelina, su mito se confundió con el de las
hadas y obtuvieron tintes más traviesos y perjudiciales para los hombres.
El reino o mundo de los elfos era conocido en la mitología nórdica como
Alfheim (nórdico antiguo: Álfheimr), también conocido como Ljosalfheim (nórdico antiguo: Ljósálf[a]heimr, reino de los elfos de luz). Este mundo es citado en la primera sección de la
Edda Menor, conocida como
La visión de Gylfi (
Gylfaginning). En este texto, el rey
Gylfi decide poner a prueba los poderes de los
aesir y se propone viajar hasta
Asgard para encontrarlos. Los dioses, ya que eran videntes, supieron del viaje y de la visita de Gylfi y le provocaron una visión en forma de espejismo. Ante Gylfi apareció una fortaleza reinada por tres personajes que estaban sentados en tres tronos:
Alto, Igual de Alto y Tercero. Gylfi se presentó como Gangleri (el cansado de caminar) y el resto del episodio se desarrolla con preguntas sobre el origen del mundo y los dioses. Es aquí cuando los tres personajes mencionan a los elfos y su reino en el cielo:
«Entonces dijo Gangleri: —Grandes maravillas sabes contar sobre el cielo. ¿Qué otros lugares notables hay allí además de la fuente de Urd? El Alto respondió: —Son muchos los lugares excelentes que hay allá. Está el lugar que llaman Alfheim, donde habitan los llamados elfos de luz, pero los elfos negros (enanos) viven bajo tierra, y son distintos en su aspecto y mucho más distintos en su manera; los elfos de luz (Ljósálfar) son más claros que el sol, pero los elfos negros (Dökkálfar) son más negros que el betún [...] En el extremo sur del cielo se halla la sala más hermosa de todas; es más brillante que el sol, y se llama Gimlé. Ésta seguirá en pie cuando hayan sido destruidos tanto el cielo como la tierra, y allá vivirán por siempre los hombres buenos y justos. He aquí lo que dice la visión de la adivina:
Veo una sala más bella que el sol
con oro techada, allá en Gimlé;
irán a habitarla las gentes de bien
y allá gozarán hasta el fin de los días
Entonces preguntó Gangleri: —¿Cómo es que se quedará a salvo aquel lugar cuando las llamas de Surt arrasen el cielo y la tierra? El Alto respondió: —Se dice que hay otro cielo al sur por encima de éste y que se llama Andlang, y que luego hay un tercer cielo encima de ése y que se llama Vidbláin; es en aquel lejano cielo donde creemos que está aquel lugar, pero creemos que por ahora sólo viven elfos de luz en aquel lugar».
En
Los dichos de Alvis de la
Edda Mayor,
Thor describe a un
enano o elfo oscuro/negro que intentaba casarse con su hija, diciendo que éste era tan pálido como un muerto, por lo que se podría deducir que la diferencia entre los elfos oscuros y los elfos de luz podría radicar en el color de sus cabellos y no en el de su piel, o en que los enanos están tiznados de negro por sus trabajos con la forja.
Al dios
Frey, uno de los
vanir, se le considera estrechamente relacionado con los elfos, y en la
Edda Mayor, en
Los dichos de Grímnir o
Grímnismál,
Odín menciona que a Frey se le entregó el reino de los elfos como regalo por la caída de su primer diente cuando era niño:
alzada su sala tiene.
El
Alfheim se lo dieron los dioses a Frey
cuando antaño cayósele un diente
Es escaso el material que podemos encontrar en las Edda nórdicas sobre los elfos, el único personaje identificado como tal es
Völundr, protagonista de
El cantar de Vólund, de la
Edda Mayor. En este poema es llamado «señor de los elfos», y tan célebre era como herrero, que
Nídud, rey de los niaras (pueblo de Suecia), lo tulló y retuvo como esclavo para que trabajase para él, teniéndolo prisionero en la isla Sevarstad. Vólund, como venganza, decapitó a los hijos de Nídud que un día lo visitaron a escondidas, labró sus cráneos como si fueran copas, talló sus ojos como si fueran joyas y labró sus dientes como si fueran broches. Tras esto, violó y dejó en cinta a la hija de Nídud, Bódvild, y escapó volando de la isla con un artilugio que creó, posiblemente unas alas.
A parte de este relato, a los elfos se les solía nombrar en aliteración con los aesir:
Æsir ok Álfar (Aesir y elfos) y otras variantes, como cuando
Loki viajó a
Jotunheim en busca del
martillo de Thor en
El canto de Trym y le comunica a
Trym, rey de los
gigantes, lo siguiente: «Les va mal a los ases, mal a los elfos. ¿Escondiste tú el martillo de
Hlorridi?». Que fueran nombrados en conjunto denotaba una estrecha relación entre elfos y dioses, pudiendo ser incluso que se usara el término «elfo» como sinónimo o sustituto de los dioses
vanir. Hasta en el propio
Lokasenna se hace un listado de los asistentes que acudieron al banquete del gigante
Aegir, mencionando a los siguientes: «Estuvieron en aquel convite
Odín y su esposa
Frigg.
Thor no fue porque andaba por el este. Estuvieron allí
Sif, la esposa de Thor,
Bragi y su esposa
Idun. Estuvo allí
Tyr, que estaba manco; el lobo
Fenrir se le llevó una mano cuando lo encadenaron. Estuvieron allí
Njord y su esposa
Skadi,
Frey y
Freya y
Vidar, hijo de Odín. Estuvieron allí
Loki y también los siervos de Frey,
Býggvir y
Beyla. Muchos estuvieron allí de lo aesir y los elfos». Posiblemente los vanir principales Njord, Frey y Freya, y los siervos de Frey, Býggvir y Beyla, fuesen considerados elfos. De ser así, estas criaturas serían deidades de la fertilidad, la sabiduría, la naturaleza y la antigua magia conocida como
seid, aunque esta teoría no ha sido aceptada uniformemente ya que vanir y elfos también han sido mencionados por separado en otros textos.
Las
Sagas de los tiempos antiguos se centraba en mostrar a los elfos como ancestros o amantes de héroes, los cuales mantenían relaciones sexuales con elfas. En la
saga de Thorstein, hijo de Viking se hace un recuento de reyes locales que gobernaron en
Alfheim, de los que se decía que al tener sangre élfica eran mas bellos que la mayoría de hombres. La unión entre humanos y elfos también aparece en la
saga de Hrólfr Kraki, donde la hermanastra de
Hrólfr Kraki,
Skuld, era la hija mestiza, fruto de una violación, del Rey
Helgi y una mujer elfo (
álfkona), y fue adiestrada en la brujería
seiðr.
Se conoce la existencia de un ritual conocido como
álfablót (sacrificio de los elfos), en el que se realizaban sacrificios u ofrendas a los elfos, gracias al poema
Austrfaravísur del escaldo
Sigvatr Þórðarson. En el poema, escrito en el 1020, se menciona la existencia de este ritual en Edskogen, lo que corresponde al actual sur de Suecia. Poco se conoce sobre el álfabót, ya que se trataba de una celebración privada y pagana que se llevaba a cabo en casa, por lo que los nativos se mostraban recelosos de los extranjeros.
En los más antiguos textos anglosajones, como en el
Wið færstice (Contra dolores punzantes), los elfos aparecen como pequeños diablillos invisibles que causaban enfermedades tanto en hombres como en el ganado. Se achacaba el origen de dolencias tales como los reumatismos, las artritis, el flato y los espasmos musculares a flechas y dardos disparados por los elfos a sus víctimas. A este fenómeno se le conoce como
elfshot (disparo de elfo) y se creía que las antiguas herramientas de sílex de los hombres primitivos pertenecían a estos seres sobrenaturales. A los elfos también se los ha asociado con la parálisis del sueño, como una especie de
íncubos, y como ejemplo están el
Alp y la
Mara, de la que procede la palabra inglesa
nightmare (pesadilla).
Fue en la Baja Edad Media cuando en Inglaterra se comenzó a usar el término elfo como sinónimo de hadas, por lo que se comenzó a ver a estos seres como humanos diminutos, hasta del tamaño de insectos tal y como muestra
Shakespeare en
Sueño de una noche de verano. La obra de Shakespeare fue tan notoria que influyó en autores y cuentos posteriores.
Los elfos de la mitología nórdica sobrevivieron en el folclore escandinavo principalmente como figuras femeninas que habitaban en colinas y monolitos. Las älvor (singular: älva) suecas eran hermosas chicas que vivían en el bosque con un rey elfo. En el arte y la literatura romántica, los elfos suelen ser representados rubios, vestidos con prendas blancas y, como la mayoría de las criaturas en el folclore escandinavo, temibles cuando son ofendidos, pudiendo provocar enfermedades sobrenaturales.
Goethe podría haberse inspirado en estas historias para escribir su poema
Der Erlkönig (El Rey Elfo). En dicho poema, un padre cabalga de noche junto a su hijo, que padece una extraña dolencia, y éste no deja de ver en alucinaciones al Rey Elfo invitándole a marcharse con él:
¿Quién cabalga tan tarde a través del viento y la noche?
Es un padre con su hijo.
Tiene al pequeño en su brazo
Lo lleva seguro en su tibio regazo.
«Hijo mío, ¿por qué escondes tu rostro asustado?»
«¿No ves, padre, al Rey Elfo?
¿El Rey de los Elfos con corona y manto?»
«Hijo mío es el rastro de la neblina».
«¡Dulce niño ven conmigo!
Jugaré maravillosos juegos contigo;
Muchas encantadoras flores están en la orilla,
Mi madre tiene muchas prendas doradas».
«Padre mío, padre mío ¿no oyes
lo que el Rey de los Elfos me promete?»
«Calma, mantén la calma hijo mío;
El viento mueve las hojas secas».
«¿No vienes conmigo buen niño?
Mis hijas te atenderán bien;
Mis hijas hacen su danza nocturna,
Y ellas te arrullarán y bailarán para que duermas».
«Padre mío, padre mío ¿no ves acaso ahí,
A las hijas del Rey de los Elfos en ese lugar oscuro?»
«Hijo mío, hijo mío, claro que lo veo:
Son los árboles de sauce grises».
«Te amo; me encanta tu hermosa figura;
Y si no haces caso usaré la fuerza».
«¡Padre mío, padre mío, ahora me toca!
¡El Rey de los Elfos me ha herido!»
El padre tiembla y cabalga más aprisa,
Lleva al niño que gime en sus brazos,
Llega a la alquería con dificultad y urgencia;
En sus brazos el niño estaba muerto.