Ōgama (japonés: 大蝦蟇; gran sapo) es el nombre que reciben los sapos japoneses cuando, al cumplir los cien años de edad, alcanzan un tamaño gigantesco. En Japón es creencia popular que los seres vivos e inanimados adquieren poderes mágicos y se convierten en yokai con el paso de los años, como les ocurre a zorros, gatos o ciertos objetos. Los sapos no eran menos y, como los otros animales yōkai, obtenían el poder de cambiar de forma y de transformarse en humanos.
Los ōgama viven en las profundidades de los bosques y montañas, cerca de ríos, donde pueden crecer sin problemas. En el Ehon Hyaku Monogatari se dice que exhalan una especie de arco-iris por la boca y atrapan con sus fuertes y largas lenguas a todos los insectos, pájaros o serpientes que tocan este aliento multicolor. La ilustración que aparece en esta obra representa a un ōgama portando una lanza, arma que usaría para atacar a los humanos.
Estos sapos alcanzan dimensiones tan grandes que pueden llegar a ser confundidos con montículos o rocas del paisaje. En el Hokuetsu kidan aparece la historia de un pescador de la prefectura de Niigata que se adentró en las montañas para pescar en un estanque aislado. Allí encontró un gran peñasco y se sentó en él. Justo en frente había otro pescador que, al rato, miró hacia él y se quedó pálido, recogió todas sus cosas y le gritó al protagonista de esta historia que hiciera lo mismo. Movido por su compañero, el pescador cogió todo y huyó hacia el bosque. Cuando se encontraron, el otro pescador le dijo que el peñasco donde se había sentado había abierto un enorme ojo, rojo como el fuego, y que luego bostezó. Cuando volvieron al estanque, el peñasco había desaparecido, pues se trataba de un ōgama que estaba descansando allí.
La capacidad de transformarse en humano de los ōgama aparece en unas cuantas leyendas. En la prefectura de Miyagi solía acudir una extraña anciana a una destartalada casa que había junto a un río por las noches. Los vecinos le tenían tanto miedo que creían que era un demonio, así que un tirador fue con su rifle a investigar la casa. Cuando se encontró con la anciana, su risa iluminada por el farol que llevaba le pareció tan macabra que le disparó de inmediato en el corazón, pero el farol se apagó y todo se quedó a oscuras. Cuando volvió a la casa al día siguiente, no encontró ni rastro de la mujer ni señales del tiroteo. A las pocas noches, la vieja volvió a aparecer y el hombre, en lugar de dispararle a ella, apuntó al farol que llevaba. Todo se quedó a oscuras de nuevo, pero esta vez se oyó un chirrido espeluznante y cómo algo caía al suelo. Allí donde debía estar el cuerpo de la mujer demoníaca sólo estaba el cadáver de un sapo enorme.
Quizás, de todos los ōgama, el más conocido e importante sea el que instruyó en artes mágicas al héroe Jiraiya. Su historia se cuenta en Jiraiya Goketsu Monogatari (japonés: 児雷也豪傑物語; La leyenda de Jiraiya el Galante), en la que se narran las aventuras de Ogata Shuma Hiroyuki, apodado como Jiraiya (japonés: 自来也; Joven Trueno). Su clan familiar, los Ogata, tenían establecido su castillo en la isla de Kyūshū, pero siendo un niño vio cómo atacaban su hogar y mataban a su familia. Por suerte, uno de sus siervos lo ocultó y lo puso a salvo llevándolo a Echigo. Desgraciadamente, unos ladrones mataron al sirviente y Jiraiya creció solo como un vagabundo. Con el tiempo decidió vengar el ataque que sufrió su familia y se convirtió en el líder de una banda de ladrones gracias a sus dotes con la espada.
De camino a una de las casas que iba a robar, una tormenta de nieve le sorprendió y le obligó a tomar refugio en una cabaña que había por el camino. Allí vivía una hermosa joven que le trató con amabilidad y gran dulzura, pero esto no ablandó el corazón de Jiraiya, pues aquella noche se coló en su habitación con la intención de matarla y robarle. Cuando estuvo a punto de golpearla con su espada, la joven se convirtió en un anciano que atrapó el filo de la hoja con sus manos y la hizo trizas. El anciano le reveló que se llamaba Senso Dojin y que su verdadera forma era la de un enorme sapo que había vivido en aquellas montañas cientos de años. El ōgama, que podría haberlo matado allí mismo, decidió tomarlo como discípulo y enseñarle sus artes mágicas, pero a cambio debía abandonar su vida de violencia y pillaje para robar sólo a los ricos e injustos y ayudar a los desafortunados. Tras varias semanas en las montañas, Jiraiya aprendió todas las artes de los espíritus de la montaña: cómo invocar tormentas y vientos, a controlar los elementos a voluntad y a tener gobierno sobre las ranas, las cuales podían adoptar un tamaño gigantesco para servirle de montura. Una vez finalizado su entrenamiento, Senso Dojin retomó su forma de sapo y se marchó dejando a Jiraiya con el corazón limpio y purificado. Eso sí, debía tener cuidado con las serpientes, pues la magia de las ranas no podía protegerle de ellas.
Por otro lado, en esa misma provincia, una joven llamada Tsunade acabó siendo la pupila de una babosa que se presentó ante ella bajo la apariencia de un anciano. Día a día, Tsunade aprendía las artes mágicas de las babosas, que le permitían caminar sobre los mares y ríos, por profundos que sean, como si fuera tierra firme. Una vez terminó su instrucción, el viejo retomó su aspecto de babosa y se fue, pero antes le dijo a Tsunade que utilizara sus artes para ayudar a los desprotegidos y que se aliara y casase con el célebre Jiraiya. La magia de babosa era más poderosa que la de serpiente y, si se casaba con Jiraya, maestro de la magia de rana, podrían derrotar a Orochimaru, un ladrón malvado experto en magia de serpiente.
Jiraiya y Tsunade acabaron casándose y fueron contratados por el clan Tsukikage, que estaba en guerra con los Inukage y Orochimaru. Las batallas entre ambos clanes eran terribles y sangrientas, tanto que Jiraiya tuvo que retirarse a un monasterio con algunos de sus hombres de confianza para recuperar fuerzas. En aquel templo también se guarecía una princesa llamada Tagoto, que estaba huyendo de Orochimaru ya que quería tomarla como esposa. Cuando Orochimaru descubrió que la princesa y Jiraiya estaban en el mismo lugar, se coló transformado en serpiente y vertió su veneno sobre él y Tsunade mientras dormían, dejándoles moribundos. Aprovechando la debilidad de sus enemigos, tomó a la princesa y huyó. Según los monjes del lugar, la única cura que había para la pareja era un elixir que se hallaba en la India, pero ambos morirían en treinta horas. Por suerte, Rikimatsu, uno de los seguidores de Jiraiya, fue entrenado por los tengu y tenía la habilidad de volar por los aires con increíble velocidad. Rikimatsu consiguió el elixir en tan solo un día y una noche y, cuando Tsunade y Jiraiya se recuperaron, consiguieron derrotar a Orochimaru y salvar a la princesa Tagoto.
Los ōgama viven en las profundidades de los bosques y montañas, cerca de ríos, donde pueden crecer sin problemas. En el Ehon Hyaku Monogatari se dice que exhalan una especie de arco-iris por la boca y atrapan con sus fuertes y largas lenguas a todos los insectos, pájaros o serpientes que tocan este aliento multicolor. La ilustración que aparece en esta obra representa a un ōgama portando una lanza, arma que usaría para atacar a los humanos.
Estos sapos alcanzan dimensiones tan grandes que pueden llegar a ser confundidos con montículos o rocas del paisaje. En el Hokuetsu kidan aparece la historia de un pescador de la prefectura de Niigata que se adentró en las montañas para pescar en un estanque aislado. Allí encontró un gran peñasco y se sentó en él. Justo en frente había otro pescador que, al rato, miró hacia él y se quedó pálido, recogió todas sus cosas y le gritó al protagonista de esta historia que hiciera lo mismo. Movido por su compañero, el pescador cogió todo y huyó hacia el bosque. Cuando se encontraron, el otro pescador le dijo que el peñasco donde se había sentado había abierto un enorme ojo, rojo como el fuego, y que luego bostezó. Cuando volvieron al estanque, el peñasco había desaparecido, pues se trataba de un ōgama que estaba descansando allí.
Pescador sentado sobre un ōgama en el Hokuetsu kidan |
Quizás, de todos los ōgama, el más conocido e importante sea el que instruyó en artes mágicas al héroe Jiraiya. Su historia se cuenta en Jiraiya Goketsu Monogatari (japonés: 児雷也豪傑物語; La leyenda de Jiraiya el Galante), en la que se narran las aventuras de Ogata Shuma Hiroyuki, apodado como Jiraiya (japonés: 自来也; Joven Trueno). Su clan familiar, los Ogata, tenían establecido su castillo en la isla de Kyūshū, pero siendo un niño vio cómo atacaban su hogar y mataban a su familia. Por suerte, uno de sus siervos lo ocultó y lo puso a salvo llevándolo a Echigo. Desgraciadamente, unos ladrones mataron al sirviente y Jiraiya creció solo como un vagabundo. Con el tiempo decidió vengar el ataque que sufrió su familia y se convirtió en el líder de una banda de ladrones gracias a sus dotes con la espada.
De camino a una de las casas que iba a robar, una tormenta de nieve le sorprendió y le obligó a tomar refugio en una cabaña que había por el camino. Allí vivía una hermosa joven que le trató con amabilidad y gran dulzura, pero esto no ablandó el corazón de Jiraiya, pues aquella noche se coló en su habitación con la intención de matarla y robarle. Cuando estuvo a punto de golpearla con su espada, la joven se convirtió en un anciano que atrapó el filo de la hoja con sus manos y la hizo trizas. El anciano le reveló que se llamaba Senso Dojin y que su verdadera forma era la de un enorme sapo que había vivido en aquellas montañas cientos de años. El ōgama, que podría haberlo matado allí mismo, decidió tomarlo como discípulo y enseñarle sus artes mágicas, pero a cambio debía abandonar su vida de violencia y pillaje para robar sólo a los ricos e injustos y ayudar a los desafortunados. Tras varias semanas en las montañas, Jiraiya aprendió todas las artes de los espíritus de la montaña: cómo invocar tormentas y vientos, a controlar los elementos a voluntad y a tener gobierno sobre las ranas, las cuales podían adoptar un tamaño gigantesco para servirle de montura. Una vez finalizado su entrenamiento, Senso Dojin retomó su forma de sapo y se marchó dejando a Jiraiya con el corazón limpio y purificado. Eso sí, debía tener cuidado con las serpientes, pues la magia de las ranas no podía protegerle de ellas.
Jiraiya a lomos de un sapo gigante - Obras de Tsukioka Yoshitoshi y Utagawa Kunisada |
Jiraiya y Tsunade acabaron casándose y fueron contratados por el clan Tsukikage, que estaba en guerra con los Inukage y Orochimaru. Las batallas entre ambos clanes eran terribles y sangrientas, tanto que Jiraiya tuvo que retirarse a un monasterio con algunos de sus hombres de confianza para recuperar fuerzas. En aquel templo también se guarecía una princesa llamada Tagoto, que estaba huyendo de Orochimaru ya que quería tomarla como esposa. Cuando Orochimaru descubrió que la princesa y Jiraiya estaban en el mismo lugar, se coló transformado en serpiente y vertió su veneno sobre él y Tsunade mientras dormían, dejándoles moribundos. Aprovechando la debilidad de sus enemigos, tomó a la princesa y huyó. Según los monjes del lugar, la única cura que había para la pareja era un elixir que se hallaba en la India, pero ambos morirían en treinta horas. Por suerte, Rikimatsu, uno de los seguidores de Jiraiya, fue entrenado por los tengu y tenía la habilidad de volar por los aires con increíble velocidad. Rikimatsu consiguió el elixir en tan solo un día y una noche y, cuando Tsunade y Jiraiya se recuperaron, consiguieron derrotar a Orochimaru y salvar a la princesa Tagoto.
Jiraiya y Tsunade sobre un sapo y una babosa gigantes- Utagawa Kunisada |
No hay comentarios:
Publicar un comentario