Fachen

El Fachen (también conocido como Fachan, Fachin, Direach Ghlinn Eitidh, enano de Glen Etive o Peg Leg Jack) es una criatura del folclore escocés, sólo tiene medio cuerpo, un ojo, un brazo y una pierna llena de venas. 

Supuestamente su apariencia, que incluye una melena copetuda de plumas negras y una boca muy ancha, es tan aterradora que induce ataques al corazón. Puede destruir un huerto con una cadena unida a su unico y fuerte brazo en una sola noche. Una historia en la obra de John Francis Campbell, Cuentos populares de las montañas del oeste, cuenta con un fachen llamado Nesnas Mhiccallain que fue derrotado en una carrera por el héroe de la historia, Murachadh Mac Brian, que se convirtió en rey de Irlanda. Campbell describe al fachen como sigue:
«Fea era la hechura del Fachen, una sola mano en la cresta de su pecho había, y el mechón de la parte superior de su cabeza, era más fácil tomar por la raiz una montaña que doblar esa mata».

Demonio de Dover

El Demonio de Dover es una supuesta criatura pseudocríptida perteneciente a la cultura popular estadounidense.

Se trata de un monstruoso ser enano, con aspecto humanoide aunque de piel anaranjada, cabeza gigante, largos dedos, ojos rojos y sin boca, nariz u oídos visibles. Fue investigado científicamente por criptozoólogos y ovniólogos por primera vez tras ser visto por seis jóvenes entre el 21 y el 22 de abril de 1972 en la localidad de Dover, Massachusetts, aunque una criatura similar, denominada “mannegishi” existe en la mitología de los indígenas canadienses, y otra también similar denominada “backoo” existe en la mitología de nativos africanos. Una criatura similar fue vista en Chile en el 2004, y fue captada en video por militares chilenos.

Erinias

Las Erinias o Erinis (griego: Ερινυες; Ερινυς), conocidas en la Antigua Roma como Furias (latín: Furiae o Dirae; Malos presagios, Execradoras), fueron tres diosas ctónicas de la mitología clásica llamadas Tisífone (griego: Τισιφονη; Vengadora de asesinatos), Alecto (griego: Αληκτω; La que no cesa) y Megera (griego: Μεγαιρα; Resentimiento).

Estas diosas eran descritas como horribles mujeres aladas que tenían serpientes enredadas en sus cabellos, muñecas y cinturas; iban vestidas con largos ropajes negros de luto o con botas y faldas cortas como las que vestían las mujeres que salían de caza. Habitaban en el inframundo, donde torturaban las almas de los condenados con látigos y antorchas. Además, sus animales asociados eran la víbora y el autillo, que solían acompañarlas cuando hacían acto de presencia para anunciar un mal fario, como cuando se presentaron en las nupcias de Tereo y Procne, pareja que cometería horribles actos durante su relación.

Según la Teogonía de Hesíodo, Gea quedó fecundada cuando la sangre de Urano cayó sobre ella al ser castrado por su hijo Cronos; tras un año de gestación nacieron las Erinias junto a los Gigantes y las ninfas Melias; sin embargo, otros autores como Virgilio, Ovidio y Esquilo, las hacen hijas de Nix. Para finalizar con lo referente a su ascendencia, obras como los Himnos Órficos las consideran hijas de Hades y Perséfone, mientras que Valerio Flaco hizo una pequeña mención en su Argonáutica en la que dijo que eran descendientes de Poena, diosa del castigo y asistente de Némesis. Según Quinto de Esmirna, una de ellas fue madre, junto a Boreas, de los cuatro caballos que tiran del carro de Ares.

Tisífone enloquece a Atamante e Ino - Godfried Maes
Su cometido era el de vengar y castigar los crímenes e injusticias cometidos por los mortales, como aquellos que ofendían a los dioses o rompían juramentes sagrados, pero mostraban especial inquina contra los asesinos, sobre todo los parricidas. Debido a esto, estaban relacionadas, si no eran directamente otros aspectos de las propias Erinias, con otros démones vengadores femeninos como Pena (griego: Ποινη, Venganza), las Arai (griego: Αραι; Maldiciones), las Praxídiceas (griego: Πραξιδικαι; Ejecutoras de leyes) o las Manías (griego: Μανιαι; Locura).

Eran tan temidas en la antigüedad que la gente procuraba no llamarlas por su nombre, así que, en un intento de no ofenderlas ni llamar su atención, se referían a ellas con las antífresis de Euménides (griego: Εύμενίδες; Benévolas) o Venerables diosas (griego: σεμναί θεαί; semnai theai).

Los dioses podían solicitar sus servicios para atormentar a los mortales, tal y como hizo Hera en varias ocasiones según cuentan diversos autores. Ino y Atamante se encargaron de cuidar de su sobrino, el joven Dioniso, hijo ilegítimo de Zeus con la mortal Sémele, por lo que Hera, ofendida por las aventuras de su esposo, bajó al inframundo para suplicarle a las hermanas que castigaran a la pareja que se vanagloriaba de haber criado al dios. Tisífone aceptó su petición y se encargó personalmente de hacerles enloquecer. Atamante, fuera de sí, confundió a su mujer e hijos con una leona con sus cachorros; creyendo que estaba en una cacería, agarró a su hijo Learco y lo mató estampándolo contra una roca. Ino, aterrorizada y enloquecida como su marido, huyó de él con Melicertes en brazos, el hijo que le quedaba, y se arrojó por un acantilado hacia el mar.

Pese a que el resto de dioses podían realizarles peticiones, una vez las Erinias elegían una víctima, poco podían hacer para detenerlas. Esto fue lo que le ocurrió a Orestes, el cual, guiado por las palabras que le dirigió Apolo en el oráculo de Delfos, mató a Clitemnestra, su madre, por haber orquestado el asesinato de su padre Agamenon. Ante este matricidio, las Erinias le volvieron loco y le acosaron día y noche hasta que llegó a Atenas. Allí se celebró un juicio en el Areópago donde se expuso su caso; como los votos salieron empatados, se le declaró inocente y quedó absuelto de su castigo. Algo similar le ocurrió a Alcmeón, que cuando averiguó que su madre había aceptado sobornos para incitar a su padre a ir a una batalla de la que sabía que no volvería con vida, siguió los mandatos de Apolo y la mató. Las Erinias lo enloquecieron por este crimen hasta que llegó a Psófide y fue purificado por Fegeo.

Las Erinias también podían actuar de manera indirecta contra los transgresores de la ley e infligir el castigo contra sus tierras y habitantes. Tal fue el caso de Edipo, que mató a Layo, su verdadero padre, y acabó casandose con su madre Yocasta sin saberlo porque fue abandonado por ellos cuando era un bebé. De esta manera se convirtió en rey de Tebas, pero durante su reinado hubo una gran escasez de alimentos. Para averiguar cómo librarse de la hambruna que estaban sufriendo, le consultaron al adivino Tiresias y éste, según la obra de Séneca, consultó a las ánimas del Hades; ante él se presentó el espectro de Layo y le aseguró que perseguiría a su hijo y sus tierras junto a las Erinias por los crímenes que cometió hasta que no fuera debidamente castigado. Cuando Edipo supo la verdad, se cegó a sí mismo clavándose unos broches en los ojos y dejó Tebas con su hija Antígona sirviéndole como guía.

Orestes perseguido por las Furias - William Adolphe Bouguereau

Fuentes

Apolodoro: Biblioteca mitológica. Gredos, Madrid (1985).
Esquilo: Tragedias. Gredos, Madrid (1982).
Hesíodo: Obras y fragmentos. Gredos, Madrid (1978).
Higino: Fabulas. Gredos, Madrid (2009).
Ovidio: Metamorfosis. Gredos, Madrid (2008).
Séneca: Tragedias II. Gredos, Madrid (1980).

Otras webs: Theoi.com

Alocer

Alocer, también conocido como Alloces o Alocas, es un demonio mencionado en diversos grimorios y textos de ocultismo. Es el quincuagésimo segundo espíritu listado en el Ars Goetia, donde se dice que es un duque grande y poderoso del infierno. Aparece con la forma de un soldado montando a caballo, su cara es como la de un león, muy roja y tiene los ojos llameantes. Habla con una gran voz ronca, enseña el arte de la astronomía y todas las ciencias liberales, además de que también proporciona buenos espíritus familiares. Rige sobre treinta y seis legiones de demonios y se debe usar su sello durante su invocación.

Alocer ilustrado en el Diccionario infernal de Collin de Plancy - Louis le Breton

Bai Ze

Bai Zé (en Chino simplificado: 白泽; Chino traditional : 白澤; Wade–Giles: Pai Tse) o Hakutaku (白澤) en japonés, es una bestia mitológica de las leyendas chinas. Su nombre significa literalmente "pantano blanco".

Huáng Di, el Emperador amarillo, se encontró con el Bai Zé mientras estaba de patrulla en el este. Allí la criatura dictó a Huang Di una guía del aspecto y los hábitos de 11.520 tipos de criaturas sobrenaturales existentes en el mundo, y la manera de afrontar sus ataques, posesiones y embrujos.

El emperador recopiló toda esta información en un libro llamado el Bái Zé Tú (白 泽 图 / 白 泽 图). Este libro ya no existe, pero se han conservado muchos fragmentos de sus textos.

Según la leyenda japonesa, una criatura llamada kutabe o hakutaku, de la que se dice que es idéntica al Bai Ze Chino, se apareció una vez en el Monte Tateyama en la prefectura de Toyama y predijo que una plaga mortal arrasaría con todo a través de los próximos años. La bestia dijo que su propia imagen se utiliza como talismán para protegerse de la enfermedad, y desde entonces el hakutaku ha sido adorado como un espíritu guardián de la medicina con hierbas.

Se le suele describir como un bovino o un monstruoso felino con nueve ojos, tres en su cara, similar a la de un hombre, y tres en cada lomo, y seis cuernos, además de contar con un cuerpo de león. El número de ojos suele variar según la leyenda y su interpretación, llegando a ser descrita con tan sólo un ojo. Es una bestia sabia e inteligente, capaz de comprender el lenguaje humano, considerado como consejero de reyes.

Caballucos del Diablu

En las tierras de Cantabria, cada noche de San Juan, se cuenta que surgen del infierno los caballucos del Diablo. El término «caballito del diablo» se emplea para denominar a una especie de insectos similares a las libélulas, por lo que se les suelen plasmar con alas, ojos compuestos u otros atributos de estos animales.

Según García-Lomas en Mitología y supersticiones de Cantabria, eran tres caballos tan iguales como si fueran hermanos de la misma madre; el del centro iba cabalgado por el Diablo, que llevaba las riendas de los tres. Estos corceles tenían las patas equipadas con espolones para destrozar los tréboles de cuatro hojas y así evitar que los humanos encontrasen ejemplares de esta planta mágica que otorgaba cuatro dones: vivir cien años, no pasar dolores en toda la vida, no pasar hambre y aguantar sin pesares todas las desazones. También solían bajar volando de los barrancos hasta los campos para espantar a los mozos que estaban cortejando a las mujeres. Para protegerse de ellos y de otros males aquella noche se debía llevar encima a modo de amuleto un poco hipérico o hierba de San Juan.

El escritor Manuel Llano adornó este mito diciendo que se trataban de siete caballos de diferente color cada uno: blanco, negro, rojo, azul, verde, naranja y amarillo. El jefe de todos ellos era el rojo, que era más grande y percherón. Sus terribles cascos dejaban tras de sí la marca de sus herraduras incluso cuando andaban sobre la dura roca; con sus resoplidos hacían temblar las hojas de los árboles y se dedicaban a recorrer los montes para devorar todos los tréboles que encontrasen. Cuando descansaban fatigados y mojados por el sudor, echaban una baba que se convertía en barras de oro; el que las encontraba se hacía rico, pero al morir iba derecho al infierno sin remedio. El que los veía debía hacer siete cruces en el aire para librarse de morir aplastado por su galope.

Llano añadió que se trataba de almas condenadas por sus pecados. El rojo era un señor que prestaba dinero a los labradores pobres y después los embargaba con trampas de mala ley; el blanco, un molinero que robaba; el negro, un ermitaño que engañaba a la gente; el amarillo, un juez; el azul, un tabernero; el verde, un señor muy rico que corrompió a muchas mozas honradas; y el anaranjado, un hijo que pegó a sus padres.

Ilustración de Mitos de Cantabria - Enrique González

Astaroth

Astaroth es un demonio mencionado en diversos grimorios y textos de ocultismo. En el Ars Goetia aparece como el vigesimo noveno demonio de su listado, donde es un duque fuerte y poderoso que aparece con la forma de un ángel pernicioso, lleva una serpiente en su mano derecha y monta a lomos de una bestia infernal semejante a un dragón. El mago que lo invoque no debe dejar que se le acerque, ya que podría dañarle con su fétido aliento. Es por esto por lo que se debe hacer uso del anillo mágico de igual modo que se hace con Beleth, manteniéndolo cerca de la cara para protegerse. Responde con la verdad sobre las cosas pasadas, presentes y futuras, y puede descubrir todos los secretos. Si se le pregunta, contará cómo cayeron los espíritus y la razón de su propia caída. Gobierna sobre cuarenta legiones de demonios y debe usarse su sello para que aparezca y obedezca.

Astaroth podría aparecer como un ángel llamado Asteraôth en El testamento de Salomón, una obra pseudoepigráfica del Antiguo Testamento atribuida al Rey Salomón. En ella, Salomón asegura que Dios le dio autoridad sobre los demonios e invocó ante él a siete de ellos, los cuales aparecieron como bellas mujeres atadas y unidas entre sí. Éstas se presentaron ante Salomón como Decepción, Conflicto, Klothod (batalla), Celos, Poder, Error y la última se llamaba así misma como «la peor de todas ellas». Salomón las interrogó una a una y la quinta, Poder, mencionó que había un ángel llamado Asteraôth que siempre frustraba sus planes: «Yo soy Poder. A través del poder yo alzo a tiranos y derroco reyes. A todos los rebeldes otorgo poder. Tengo un ángel que me frustra, Asteraôth».

Este demonio también es mencionado en El libro de Abramelin, donde aparece como uno de los ocho subpríncipes del infierno. Según la jerarquía dada en este libro, hay cuatro príncipes o espíritus superiores: Lucifer, Leviatán, Satán y Belial; seguidos de ocho subpríncipes: Astaroth, Magoth, Asmodeo, Belcebú; Oriens, Paimon, Ariton, y Amaimon. En esta obra se dice que su nombre deriva del de la diosa Astarté y lista los nombres de los cincuenta y tres demonios que están a disposición de Astaroth y Asmodeo y otros treinta y dos que sólo sirven a Astaroth.

En el Diccionario infernal se añade que era considerado por algunos magos como el regidor del Oeste, tesorero de los infiernos y que se le debía invocar los miércoles. Era adorado por los sidonios, los filisteos y otras sectas judías, además de que enseñaba concienzudamente las artes liberales y proporcionaba la amistad de grandes señores. Astaroth conoce toda la historia de la creación del mundo y de las faltas que causaron la caída de los ángeles, asegurando que él fue castigado injustamente. En esta obra también se dice que algunos demonólogos consideran a la diosa Astarté como la esposa de Astaroth, regidora de los placeres del amor y dotada de elegantes cuernos en forma de media luna, a diferencia de los cuernos deformados de su marido u otros demonios. Los fenicios adoraban a la luna bajo el nombre de Astarté, y en Sidón era la equivalente a Venus. Sanjuniatón dijo que tenía dos hijos: el deseo y el amor. Se le ha representado a menudo con rayos, con cabeza de novilla o portando una cruz en la mano y era bien sabido que Salomón la adoró (1 Reyes 11:5-8). Por otra parte, se afirma que Astaroth es el sol por dar riquezas, por lo que es obvio que Astarté, que preside los placeres de la noche, no es otra que la luna.

En el Grand Grimoire, un antiguo libro en el que se especifica cómo invocar a Lucifer o a Lucífago para hacer un pacto, se menciona la jerarquía que hay en el infierno: Lucifer es el emperador; Belcebú, el príncipe y Astaroth, el gran duque.

Sebastien Michaelis escribió en 1613 su Histoire admirable de la possession d'une penitente, donde da una jerarquía demoníaca basada en la dada por Pseudo Dionisio Areopagita para los ángeles. Según Michaelis, Astaroth es un demonio de la primera jerarquía, un antiguo príncipe de los Tronos que tentó a los hombres con la pereza y cuyo enemigo ahora es San Bartolomé.

En The Magus, Francis Barrett dice que los espíritus malignos están distribuidos en nueve rangos: el primero de estos es Belcebú, seguido de Pitón, Belial, Asmodeo, Satán, Merihem, Abadón, Astaroth y Mammón. Astaroth ocupa el octavo lugar de este listado, siendo el príncipe de los acusadores y los inquisidores, conocido por los griegos como Diabolus («acusador/calumniador»).

Ilustración de Astaroth para el Diccionario infernal de Collin de Plancy - Louis le Breton

Kuchisake onna

Kuchisake-onna (La mujer con la boca cortada) es una leyenda de la mitología japonesa. Trata sobre una mujer que fue asesinada y mutilada por su esposo y se convirtió en un Yōkai (espíritu demoníaco), regresando para vengarse preguntándole a sus víctimas si es hermosa, las cuales al responder son posteriormente asesinadas por ella.

La leyenda dice que hace mucho tiempo había una preciosa pero vanidosa mujer que se casó con un samurai. La bellísima mujer era pretendida por muchos hombres y acostumbraba a engañar a su marido. El samurai sabía de las infidelidades de su esposa por lo que un día en un ataque de celos y furia le cortó la boca de un lado a otro mientras gritaba:¿Piensas que eres hermosa?

Aquí es cuando la leyenda toma su inicio. Se dice que hay una mujer con una mascarilla, -lo que no parecería extraño en Japón, ya que la mayoría de habitantes las usan para prevenir enfermedades- que camina por las noches, especialmente las noches oscuras y tenebrosas. Si se encuentra con algún joven, -normalmente estudiantes de secundaria o universitarios- le pregunta: "¿Soy hermosa?" ("Watashi kirei") ("わたし きれい?"). Si el joven le responde que sí, ella se quitará la máscara y le preguntará: "¿Y ahora?" ("¿Kore demodesu ka?") ("これ でもですか"). Lo más probable es que la víctima grite o diga que no. Entonces la mujer le cortará la boca de un lado a otro con unas tijeras. Sí la víctima responde de nuevo que sí, la mujer lo seguirá hasta la puerta de su casa y ahí mismo lo asesinará, ya que "kirei" (きれい) en japonés (hermosa o linda) es muy parecido a decir "kiru" (切る) (cortar).Hay otra versión en la que si dices que si a las dos preguntas te dará un valioso rubí con sangre y se marchará.

Sin embargo, hay métodos para evitar el fatal desenlace. Según las fuentes, llevar dulces y ofrecérselos puede apaciguarla; en otra versión se dice que si el aludido le contesta con la misma pregunta (¿Soy hermosa), la Kuchisake-onna quedará confundida y ello le dará tiempo para escapar; y por último, si cuando ella pregunta se le dice que uno tiene prisa y debe atender un asunto muy importante, la mujer se disculpará y le dejará marchar debido a los modales japoneses, marchándose ella también. Otra forma es decirle 3 veces la palabra: pomada. Pero la palabra funciona cantada debido a que no le gusta la pomada.

Invunche

El invunche o imbunche (del mapudungun ifünche: "persona deforme" tambien persona baja) es un ser de la mitología mapuche y de la mitología chilota. En Chiloé también recibe el nombre de Machucho, Butamacho o Chivato.

Esta criatura es un ser humano deforme que tiene su cabeza doblada hacia atrás; además, tiene torcidos los brazos, dedos, nariz, boca y orejas. Anda en una sola pierna o en tres pies (una pierna y las manos), pues la otra pierna está pegada a la nuca. El invunche no tiene la facultad de hablar, limitándose a emitir sonidos guturales, ásperos y desagradables.

Las leyendas cuentan que sería un ser que protege la entrada a la Cueva de los brujos o calcus. Las leyendas chilotas dicen que además el Invunche seria una especie de consultor de los brujos de Chiloé ya que, a pesar de no ser iniciado en brujería, ha adquirido una infinidad de conocimientos durante su vida en la cueva. Además sería usado como un instrumento para sus venganzas o maleficios.

El Invunche saldría de la cueva contadas veces, cuando se cambia ésta, ha sido destruida, o descubierta; y en ocasiones cuando los brujos necesitan de él; para ello lo llevarían azotando hasta el lugar donde se van a cambiar o quieren causar el daño. Durante el camino iría dando gritos que aterran a los habitantes del lugar, y con ello les anunciaría alguna próxima desgracia; en otras ocasiones lo sacan los brujos para llevarlo a otro distrito, donde se celebraría Consejo de Brujos de dos o más jurisdicciones. El Invunche obtendría su alimento de los brujos, y sólo cuando la comida escaseara, los brujos le permitirían salir de la cueva que protege, para que busque alimento.

Si alguien desea penetrar a la cueva vigilada por el Invunche, se dice que primero debería hacer una reverencia al Invunche y posteriormente besarle el ano.

Se dice que si los brujos quieren hacerse de un guardián para su cueva, tienen que raptar a un niño primogénito de alguna familia o en muchas ocasiones sería el mismo padre quien les vendería al niño, o lo daría a cambio de obtener favores por parte de los brujos de Chiloé; y a partir de un ritual transformarían al niño en un Invunche.

Para transformar al niño en Invunche, los brujos primero le quebrarían una pierna, y se la torcerían sobre la espalda. Luego le aplicarían en la espalda un ungüento mágico que haría crecer gruesos pelos. Por último le partirían la lengua en dos, para imitar la lengua de las serpientes. Después de este ritual, deben alimentar al nuevo Invunche de una manera especial; primeramente le darían leche de gata o leche de una nodriza indígena, luego cuando tiene dientes, le darían carne de "cabrito" (refiriendose a carne de niño recién nacido), y cuando es más adulto le darían carne de "chivo" (refiriendose a carne de persona adulta).

Volac

Volac, conocido también como Valac, Valak, Valu o Ualuc, es uno de los presidentes del infierno mencionados en varias obras demonológicas. Es el sexagésimo segundo espíritu listado en el Ars Goetia. Volac aparece como un niño con alas de ángel montado a lomos de un dragón bicéfalo. Da respuestas sinceras sobre la localización de tesoros ocultos y dice dónde se pueden encontrar serpientes, las cuales puede traer ante el exorcista sin ningún esfuerzo. El Diccionario infernal, en cambio, dice que conoce la morada de los planetas en lugar de revelar tesoros ocultos. Gobierna sobre treinta y ocho legiones de demonios y debe usarse su sello durante su invocación, aunque el Pseudomonarchia daemonum dice que sólo rige sobre treinta legiones.

Obra de Louis le Breton para el Diccionario infernal de Collin de Plancy

Yasy Yateré

El Yasy Yateré, Yacyyateré o Jasy Jatere (en la actual ortografía del avañe'ẽ) es una especie de duende o gnomo de la mitología guaraní. Su creencia se extiende por todo el territorio del Paraguay y norte de Argentina.

Algunas fuentes sostienen que Yasy Yateré es una derivación o deformación del nombre original que significaría "fragmento de luna" en guaraní. De allí que inicialmente este personaje tuviera el cabello de color blanco o plateado y fuera un personaje nocturno. Sin embargo actualmente se lo considera un personaje más bien diurno.

Muchas de las características de este personaje se confunden con las del Pombero. El Yasy Yateré suele ser representado como un enano o un niño pequeño, desnudo, hermoso, de cabellos dorados, (en algunas variantes barbudo), con un sombrero de paja y un bastón de oro donde residen sus poderes mágicos.

Suele recorrer el monte a la hora de la siesta, atrayendo a los niños con un silbido hipnótico que imita al de un ave. Se dice que aparece sobre todo durante la época del avatiky (cosecha del choclo o maíz tierno) que gusta comer.

El Yasy Yateré se vale de su silbido o de su bastón mágico para atraer a los niños, a los que rapta. Los lleva al monte donde los retiene un tiempo para jugar con ellos y alimentarlos con miel y frutas. Luego los abandona o los deja enredados en un ysypo (liana).

Antes de abandonarlos, el Yasy Yateré los lame o los besa, dejándolos tontos o idiotas (tavy: akã tavy), mudos (ñe' engu) o sordomudos. Sin embargo, éstos se recuperan después de un cierto tiempo. En algunas zonas se cree que al cumplirse un año del rapto, el niño tiene un "ataque" con convulsiones (epilepsia).

En otras versiones, si el Yasy Yateré se cansa del niño, puede llevarlo al río donde lo ahoga.

Una forma de volver inofensivo a este personaje es quitándole su bastón dorado, sin el cual se carece de poderes. Entonces el Yasy se pone a llorar como un niño pequeño. Para conseguir esto, basta con embriagarlo con caña (aguardiente), bebida a la que es muy aficionado.

Otra forma de congraciarse con él es ofreciéndole pencas de tabaco, que se dejan en zonas aledañas a la casa o bien en los caminos de entrada al monte.

En la versión de Rosicrán de la mitología guaraní, Yasy Yateré es el cuarto hijo de Taú (espíritu del mal) y de Keraná (diosa del sueño).

Gigantes nórdicos

Los jötnar (transliterado: jotunn o jotun, plural jötnar; /ˈjoʊtən/, /ˈjoʊtʊn/, o /ˈjɔːtʊn/; Islandés: [ˈjœːtʏn]; del nórdico antiguo jǫtunn /ˈjɔtunː/; también denominados gigantes) son una raza sobrenatural de la mitología nórdica. En el folclore escandinavo, en Noruega, los jötnar pasaron a ser otra raza de humanoides gigantescos, los trols. Su fortaleza es conocida como Utgard, y está situada en Jötunheimr, uno de los nueve reinos de la cosmología nórdica, separado de Midgard, el mundo de los hombres, por altas montañas y densos bosques. Por lo general tienen prohibida la entrada a Asgard, el reino de los dioses Æsir, pero eso no quiere decir que no se relacionen entre ellos, ya que aparte de guerras también hubo matrimonios entre dioses y jötnar.

El primer ser vivo que se formó en el vacío conocido como Ginnungagap fue un gigante de monumental tamaño llamado Ymir. Este gigante nació cuando las nieblas heladas de eitr de Niflheimr se encontraron con las chispas de Múspellsheimr en el vacío de Ginnungagap. En el Gylfaginning de Snorri Sturluson se narra el nacimiento de Yimir: 
«Al igual que de Niflheim surgía el frío y todas las cosas sombrías, toda región cercana a Muspell ardía y refulgía. Pero el Ginnungagap era tan leve como un cielo sin brisa, y cuando la escarcha y las chispas ardientes se encontraron, el hielo se fundió y fluyó, y por el poder de aquel que envía el calor (el Destino o un Dios Supremo), estas gotas cobraron vida y tomaron la forma de un hombre. Su nombre era Ymir, pero los gigantes del hielo le llaman Aurgelmir».
Cuando se durmió, empezó a sudar: de su axila izquierda nacieron dos jötnar, hombre y mujer, y uno de sus pies engendró con el otro un hijo de seis cabezas. Supuestamente, estos tres seres dieron nacimiento a la raza de hrímþursar (los gigantes de la escarcha o gigantes de hielo), quienes poblaron Niflheim. Por esto a Ymir también se le conoce como viejo gigante del hielo (Rimthurs).

En cambio, los dioses descienden de Buri, un hombre liberado de la escarcha por la vaca Audumbla. Cuando el gigante Ymir fue posteriormente asesinado por Odín, Vili y (nietos de Buri), su sangre, el agua, inundó Niflheim y mató a todos los jötnar, excepto al que es conocido como Bergelmir y a su esposa, que repoblaron su raza. En Vafþrúðnismál se describe cómo la tríada de dioses emplearon el cadáver de Ymir para crear el mundo: «De su carne formaron la tierra; de sus huesos las montañas… Con la sangre que manaba de sus heridas hicieron el basto océano… Entonces tomaron su cráneo y formaron la bóveda celeste».

Ymir, la vaca Auðumbla y Búri - Nicolai Abildgaard
Por lo general se le atribuye a los jötnar una apariencia monstruosa, como garras, colmillos y deformidades, aparte de un tamaño colosal, el gigante Grendel, del poema épico Beowulf, es un ejemplo. Algunos de ellos pueden tener varias cabezas, como Þrívaldi, que tenía nueve, o una forma totalmente no-humanoide; como Jörmundgander y Fenrir, dos de los hijos de Loki. Muchas de sus mujeres eran consideradas brujas o hechiceras, y se ubicaba su morada en Járnviðr, el Bosque de hierro. Allí vivía Angrboða, amante de Loki, donde criaba a los jötnar con aspecto de lobo: su hijo Fenrir y sus descendientes, Sköll y Hati. Pese a esto, muchos jötnar son descritos como seres hermosos, como Skaði, a la que llaman «la brillante novia de los dioses». Aparte de su apariencia, algunos jötnar no contaban con el descomunal tamaño de su raza, y no había mucha diferencia de estatura entre ellos y los Æsir o los Vanir.

Algunos jotun destacaban por su sabiduría, el mismo Odín fue en busca de los gigantes Mímir y Vafþrúðnir para obtener información y conocimiento sobre Fimbulvinter, el terrible invierno que precedería al Ragnarök, el fin del mundo. En Vafþrúðnismál, Odín pidió consejo a su esposa Frigg, preguntándole si sería sabio buscar la morada de Vafþrúðnir, a lo que ella respondió  que era el jotun más poderoso que jamás haya visto.

Angrboða con Hela, Jörmundgander y Fenrir - Los hijos de Loki
Así se muestra la compleja relación entre los gigantes y los dioses. No estaban en perpetua batalla, pues los dioses llegaban a buscar consejo entre los gigantes, descendían o se unían en matrimonio con ellos. Así, el padre de Odín, Bor, un Æsir, se unió con Bestla, una jotun; Loki desciende de los gigantes Fárbauti y Laufey, considerada a veces como una Æsir; Njord se casó con Skaði como recompensa por el asesinato de su padre, Þjazi. En Skírnismál se narra cómo Gerðr llegó a ser la consorte de Frey;  Odín ganó el amor de Gunnlod, e incluso Thor, el gran asesino de su raza, ama a Járnsaxa, madre de Magni. Además pueden aparecer como dioses menores, como Ægir, el dios del mar enfurecido, que estaba mucho más unido a los dioses que a los de su raza.

Pero tras estas uniones hubo muchas enemistades: en el principio de los tiempos, Odín, Vili y Ve mataron a Ymir; Odín traicionó a Gunnlod para robarle su hidromiel; los Æsir engañaron y mataron al gigante que construía sus murallas para no entregarle a Freya, el Sol y la Luna como pago; Útgarða-Loki engañó con sus ilusiones a Thor, Þjálfi y Loki para que perdieran en varias competiciones; etc.

Los jötnar llegaban a tener tal influencia en el mundo que podrían ser considerados como dioses de la naturaleza: del cuerpo de Ymir se creó el mundo; Hræsvelgr, un jotunn con aspecto de águila, creaba los vientos con su aleteo; Jörð, la madre de Thor, representa la tierra fértil y salvaje; Thor contempló como creció el cauce de un río por la orina de la gigante Gjálp; Ægir y su consorte Rán son la personificación del mar enfurecido. En el folclore se creía que el mal tiempo y las formaciones de tierra eran obra de los gigantes, que podían mover montañas e islas, creaban lagos y arrancaban árboles. También se creía que el viento que destruía los edificios que estaban a medio construir era causado por los gigantes que soplaban. Se decía que la niebla era el humo procedente de las pipas de los gigantes, y Loki, cuando se retorcía de dolor en su encierro, producía terremotos.

También existía una clase de jötnar que habitaba en Múspellsheimr, los Múspellsmegir (hijos de Muspell) o eldjötnar. Estos gigantes del reino de fuego estaban gobernados por el jötunn Surtr (el Negro). Ellos traerían destrucción durante el Ragnarök, cuando los jötnar de Jotunheim y las fuerzas de Hel luchen contra los dioses y lo arrasen todo.

Fafner y Fassolt arrastrando a Freya - Arthur Rackham

Ao Guang

Ao Guang, el Rey Dragón (chino tradicional: 龍王, chino simplificado: 龙王, pinyin: Lóng Wáng, Romanización Yale: Lúng Wòhng) es una deidad en la mitología china comúnmente asociado como el gobernante divino del mar del Este. Tiene la habilidad de adquirir forma humana y vive en un palacio de cristal bajo el agua. Tiene su propia corte real y comanda un ejército compuesto de varias criaturas marinas. Aparte de dominar la vida acuática, el Rey Dragón puede manipular el clima y provocar lluvias.

Existen cuatro grandes Reyes Dragón, cada uno gobernando un mar corrrespondiente a los cuatro puntos cardinales: el Mar del Este (correspondiente al Mar de la China Oriental), el Mar del Sur (Mar de la China Meridional), el Mar del Oeste (a veces descrito como el Océano Índico y más allá) y el Mar del Norte (a veces descrito como el Lago Baikal). Aparece en diferentes escritos, entre los que se incluyen el Fengshen Yanyi y Viaje al oeste.

Según el Fengshen Yanyi, tras el paso de muchos años, Ao Guang trajo el caos al mundo extendiendo sequías, tormentas y otro tipo de desastres. Debido al inmenso miedo que la gente le tenía al Rey dragón y a sus hijos, nunca informaron al Emperador de Jade sobre los actos de Ao Guang para que fuera castigado. Como resultado, Ao Guang disfrutó de innumerables tributos que le ofrecía la gente durante años.

En Viaje al oesteSun Wukong obtuvo su bastón Ruyi Jingu Bang de entre las pertenencias de Ao Guang. Este bastón de hierro engastado en oro era un arma mágica capaz de alargarse o encogerse según la voluntad de su dueño. Este arma fue originalmente una vara para medir la profundidad del océano utilizada por Yu el Grande en sus esfuerzos para controlar los mares y evitar inundaciones; de ahí su capacidad para variar su forma y longitud. Después de que Yu se fuera, se quedó en el mar y se convirtió en el "Pilar pacificador del mar", un tesoro inamovible del palacio submarino de Ao Guang.

Sun Wukong a fin de conseguir un arma acorde con su poder y habilidad visitó el palacio del dragón. Allí probó varios tipos de armas celestiales, muchas de los cuales se doblaban o se rompían por completo cuando las usaba. La esposa de Ao Guang sugirió entonces que probara a blandir el Ruyi Jingu Bang, pensando que no sería capaz de levantarlo.

Cuando Wukong se acercó al enorme pilar, éste comenzó a brillar, lo que significaba que el rey mono era su verdadero propietario. Obedientemente, escuchó sus órdenes y se encogió al tamaño adecuado para que Sun Wukong pudiera manejarlo con facilidad. Esto asombró tanto a los dragones que se arrojaron al mar atónitos y aterrados ya que el rey mono se había llevado lo único que controlaba las subidas y bajadas de las mareas. Además del bastón mágico, Wukong también obligó a Ao Guang a darle otros regalos de características similares; una cota de mallas dorada (鎖子黃金甲), un gorro hecho con plumas de fénix (鳳翅紫金冠 Fèngchìzǐjinguān), y unas botas especiales para caminar sobre las nubes (藕絲步雲履 Ǒusībùyúnlǚ).

En otra leyenda, jugando en un arroyo cerca del mar, el joven dios Nezha sacudió el palacio de Ao Guang sin querer. Molesto, el dios dragón mandó a su centinela favorito, Li Gen, a matar al niño, pero Nezha se defendió y asesinó al centinela. Furioso, Ao Guang ordenó a su tercer hijo, Ao Bing, que destruyera a Nezha, pero fue asesinado también.

Ao Guang se dispuso a hablar con el padre de Nezha, Li Jing, y tras una larga discusión, muy enojado, ascendió a los cielos para informar del asunto al Emperador de Jade. Cuando Nezha apareció en el cielo, comenzó a golpear a Ao Guang con extrema violencia, llegando incluso a arrancar escamas de su piel, haciéndole sangrar. Ao Guang se vio obligado a transformarse en una pequeña serpiente y bajó con Nezha al Paso Chentang, fortaleza militar donde nació Nezha, para olvidar por completo el incidente.

Pero Ao Guang, acompañado de los otros tres reyes dragón, fue al Paso Chentang y raptó a Li Jing y su mujer, Lady Yin, amenazando con inundar dicho Paso. Nezha, deseando la libertad de sus padres, ofreció a los dragones todas sus órganos a cambio de la seguridad de su familia. El mismo Ao Guang aceptó feliz el trueque de Nezha y llevó sus entrañas ante el Emperador de Jade. Tras esto, el destino de Ao Guang se desconoce.