En la mitología nórdica, los elfos negros (
nórdico antiguo:
svartálfar, singular:
svartálfr), también conocidos como
myrkálfar, son los seres que habitan en
Svartalfheim (nórdico antiguo: Svartálf[a]heimr, hogar de los elfos negros). Tanto los elfos como su reino fueron mencionados por primera vez en la
Edda prosaica, escrita en el siglo XIII por
Snorri Sturluson. Los svartálfar suelen aparecer como sinónimo de los enanos y de los dökkálfar (elfos oscuros). Como enanos, el hogar de los svartálfar podría haber sido otra descripción de
Nidavellir (Niðavellir, campos oscuros), teniendo sus moradas bajo tierra.
Eran diestros en la forja y la metalurgia, y en la mitología eran los encargados de crear objetos mágicos para los dioses, como el
martillo de
Thor, el jabalí
Gullinbursti de
Frey o el anillo de
Odín,
Draupnir. Originalmente eran de estatura normal, pero con el tiempo comenzaron a ser descritos como humanos bajos y feos, posiblemente para distinguirlos como elemento cómico en las obras modernas.
El poema
Völuspá, de la
Edda poética, detalla que los enanos fueron producto de la sangre primordial de Brimir y de los huesos de Bláinn (diferentes nombres del
gigante Ymir): «Todas las fuerzas, los santos dioses, se reunieron entonces en alto consejo: que quién crearía la raza de los enanos con sangre de Brímir y huesos de Blain.
Motsógnir fue de la raza de los enanos el más principal,
Durin segundo; con figura de hombres enanos hicieron, muchos, de tierra, como Durin dijo». Tras estos versos comienza un listado con nombres de enanos, del cual
Tolkien sacó muchos nombres para los personajes de sus obras. La
Edda prosaica, sin embargo, dice que los enanos surgieron como gusanos de la carne de Ymir antes de ser dotados de inteligencia humana y aspecto de hombre por los dioses. La
Edda poética y la
prosaica contienen cerca de cien nombres de enanos, pero sólo la
Edda prosaica especifica estos:
Norðri, Suðri, Austri y Vestri (Nórdico antiguo: Norte, Sur, Este y Oeste), los cuales tienen un papel cosmológico, pues son los encargados de sostener el cráneo de Ymir (la bóveda celeste).
En
La alucinación de Gylfi (
Gylfaginning) se mencionan varios lugares que se pueden encontrar en el cielo, incluyendo
Álfheimr (nórdico antiguo: hogar de los elfos). Tal y como se menciona en el texto, los
ljósálfar (elfos de la luz) viven en Álfheimr, y son «más claros que el sol», mientras que los dökkálfar habitan bajo tierra y son «más negros que el carbón». En este mismo texto aparece más tarde
Svartalfheim, el mundo de los elfos negros, donde acuden los dioses para encargarles la creación de la cuerda
Gleipnir a los enanos con el fin de encadenar al lobo
Fenrir.
En
Skáldskaparmál, el mundo de los elfos negros es a donde
Loki encuentra el enano
Andvari y a los
hijos de Ivaldi, a los que Loki encarga la creación de unos cabellos nuevos para
Sif, la esposa de Thor, después de que maliciosamente le cortara su dorada cabellera, el barco
Skidbladnir para
Frey y la lanza
Gungnir para
Odín.
Ivaldi suele ser identificado como un enano.
Teniendo en cuenta que el término svartálfr es un sinónimo para referirse a los enanos de la mitología, podríamos encontrar una descripción de estos seres en la
Edda poética, en el poema
Los dichos de Alvíss (
Alvíssmál) donde se narra cómo
Thor se burla de la pálida piel del enano
Alvis (Todo sabiduría) que intenta casarse con su hija
Þrúðr:
«¿Quién eres tú, el de pálida jeta?
¿Pasaste la noche entre muertos?
Aspecto de
jotun te encuentro yo
¡No es para ti esta novia!
Los insultos de Thor resumen la apariencia de los enanos nórdicos. En particular este enano tenía una nariz pálida, que sobresalía entre su barba y sus cabellos negros. Tan pálida era su piel que no parecía saludable y Thor lo acusa de parecer un cadáver al decirle que pasa tiempo con los muertos. Al parecer, la luz solar es letal para los enanos, ya que Alvíss sólo visita a Thor durante la noche. Además, en el poema, el dios se encarga de prolongar un juego de adivinanzas que pretenden probar la sabiduría del enano, pero en realidad sirve para distraerlo hasta que la luz del amanecer aparezca y lo convierta en piedra, algo similar a lo que les ocurre a los
trols.