Cerdo marino

El cerdo marino (latín: sus/porcus marinus), llamado hiena cetácea (latín: hyaena cetacea) por Conrad Gessner, es uno de los muchos monstruos que habitan, según la Carta marina de Olaus Magnus, en las aguas septentrionales del océano Atlántico entre Islandia, el norte de Reino Unido y las costas de la península escandinava.

Este ser fue visto en el año 1538 cerca de la mítica y desconocida isla de Tule, situada por algunos naturalistas como Gessner al norte de las islas Órcadas. Los escritos lo describen de un tamaño increíble, pues medía unos setenta y dos pies de largo (22 m) y catorce de alto (4,20 m), con una distancia entre ambos ojos de siete pies (2 m). Este animal de cuerpo escamoso tenía cuatro patas con garras palmípedas y una cabeza similar a la de un cerdo, además poseía tres ojos en medio de cada costado y sobre su espalda crecían unas escamas o vellosidades en forma de media luna. Parece ser que lograron capturar al ejemplar, ya que aseguran que pudieron llenar cinco barriles con su gigantesco hígado.

Ilustración del Monstrorum historia, de Ulisse Aldrovandi

Fuentes

Aldrovandi, Ulisse: Monstrorum historia cum Paralipomenis historiae omnium animalium. Bononiae (1642).
Gessner, Conrad: Historia animalium IV. Christoph. Froschoverum, Zúrich (1553).
Paré, Ambroise: Discours d’Ambroise Paré. Gabriel Buon, Paris (1582).
Paré, Ambroise: Monstruos y prodigios. Siruela, Madrid (1997).

Hone onna

Hone onna (japonés: 骨女; mujer de huesos) es el nombre con el que se conoce al espectro de Otsuyu, una de las protagonistas de la historia de fantasmas Botan dōrō (japonés: 牡丹燈籠; La linterna de peonias), aunque originalmente era uno de los cuentos recogidos en la obra china Jiandeng Xinhua (chino: 剪燈新話; Las nuevas historias que se cuentan mientras se consume la mecha).

En algunas versiones del cuento el protagonista es un samurái que conoció a Otsuyu cuando estaba viva y ambos acaban terriblemente enamorados, pero debido a una enfermedad se ve alejado de ella durante meses. Desgraciadamente, cuando por fin se recupera y puede reunirse con su amada, descubre que tanto Otsuyu como su sirvienta han muerto de tristeza.

Cuando llegó el O-bon, la festividad japonesa en la que se honra a los muertos, comenzaron a aparecer en la casa del protagonista dos figuras iluminadas por una linterna adornada con peonias. Se trataba de Otsuyu, que había regresado de la tumba junto a su fiel sirvienta para consumar su amor con su antiguo enamorado. Éste no sospechó nada cuando se presentaron ante él porque las veía con el mismo aspecto con el que estaban vivas, pero uno de sus sirvientes descubrió una de esas noches que su amo en realidad estaba yaciendo con un macabro esqueleto.

Gracias a la ayuda de un monje, que entregó al samurái una imagen de Buda y colocó numerosos amuletos protectores en las puertas y ventanas de la casa, el espectro de Otsuyu se vio incapaz de entrar de nuevo en los aposentos de su amado, por lo que se limitaba a llorar noche tras noche. Esta situación duró hasta que un día alguien le robó al samurái su imagen de Buda y los fantasmas pudieron entrar por una ventana que se había quedado sin protección. Al amanecer de aquel día, encontraron al samurái muerto en su habitación abrazado al esqueleto de Otsuyu e iluminado por una siniestra linterna adornada con peonias.

El folklorista Shigeru Mizuki recogió la leyenda de otra hone onna que se aparece en la región de Aomori. Originalmente era una mujer que se suicidó debido a su fealdad y, con el paso del tiempo, su cuerpo acabó reducido a un simple esqueleto. En este estado, el resto de cadáveres le decían: «Desde que te has convertido en esqueleto, te has vuelto toda una belleza», así que movida por los ánimos que le daban comenzó a pasearse haciendo traquetear sus huesos. También cuentan que le encanta chupar espinas de pescado y que se pone a temblar cuando se topa con un monje de alto rango.

Estampa shunga del Ehon Kaichu Kagami - Utagawa Toyokuni

Fuentes

Hadland Davis, Frederick: Mitos y leyendas de Japón. Satori, Gijón, 2021.
James, Grace: Cuentos de hadas japoneses. Satori, Gijón, 2021.
Meyer, Matthew: El desfile nocturno de los cien demonios. Quaterni, Madrid, 2019.
Mizuki, Shigeru: Enciclopedia Yokai Vol. 1. Satori, Gijón, 2017.
Sekien, Toriyama: Guía ilustrada de monstruos y fantasmas de Japón. Quaterni, Madrid, 2014.

Jabalí marino

Olaus Magnus publicó durante la primera mitad del siglo XVI su Carta marina, un detallado mapa de los países nórdicos y los mares que los rodean. En dicho mapa no sólo se limitó a representar fielmente la geografía de las tierras del norte, sino que también ilustró a los monstruos que habitaban en los mares circundantes. La criatura que aquí nos atañe no fue identificada con ningún nombre en el mapa de Olaus Magnus, pero fue llamada posteriormente jabalí cetáceo (latín: aper cetaceum) por Conrad Gessner y jabalí marino (latín: aper marinus) por Ulisse Aldrovandi.

Este monstruo, que fue avistado en el mar de Noruega, estaba cubierto de escamas y tenía cabeza y colmillos de jabalí, los cuales poseían propiedades medicinales contra cualquier veneno al igual que el cuerno de unicornio según añadió Ambroise Paré. Los dibujos que lo representan lo muestran además con cuatro patas cortas.

Grabado del Monstrorum historia de Ulisse Aldrovandi

Fuentes

Aldrovandi, Ulisse: Monstrorum historia cum Paralipomenis historiae omnium animalium. Bononiae (1642).
Gessner, Conrad: Historia animalium IV. Christoph. Froschoverum, Zúrich (1553).
Paré, Ambroise: Discours d’Ambroise Paré. Gabriel Buon, Paris (1582).
Paré, Ambroise: Monstruos y prodigios. Siruela, Madrid (1997).

Ao nyobo

La ao nyōbō (japonés: 青女房; dama de la corte azul/novata), también conocida como ao onna (japonés: 青女; mujer azul) es uno de los yokai que dibujó Toriyama Sekien en su Konjaku gazu zoku hyakki (japonés: 今昔画図続百鬼; Cien demonios del presente y el pasado ilustrados). Este espectro habita en viejos palacios abandonados y tiene la apariencia de una cortesana con las cejas pobladas y los dientes teñidos de negro.

Matthew Meyer indicó que el ao de su nombre significa literalmente «azul», pero en este caso implica inexperiencia o inmadurez, del mismo modo que ocurre con el color verde en español. Esto querría decir que una ao nyōbō era una dama de la corte de rango bajo que, al ser incapaz de encontrar un marido o de subir en el escalafón social, envejeció y murió llena de rabia, transformándose así en este yokai. Tras su muerte siguen acicalándose como si esperasen algún invitado, ya sea un amante que ha perdido el interés o el marido que las abandonó, y devoran a todos aquellos que se atrevan a entrar en las mansiones o palacios destartalados donde todavía moran.

Shigeru Mizuki, por el contrario, tenía la teoría de que se trataba de un ikiryō, el alma de una persona viva que podía abandonar su cuerpo y deambular por voluntad propia. Según una historia del Konjaku monogatari, un hombre que salía de Kioto hacia la región de Mino-Owari se topó al caer la noche con una mujer que llevaba un vestido azul. La desconocida le preguntó muy insistentemente si sabía cuál era la casa del intendente de recaudación de tributos y le imploró que la llevase hasta allí. El hombre lo hizo a regañadientes y la dejó ante la puerta de la casa, pero en ese mismo instante se esfumó y al poco se oyó un gran alboroto dentro porque había fallecido alguien. Según le explicaron más tarde, el intendente había abandonado a su esposa y ésta, llena de celos, se transformó en un espíritu viviente y así lo mató.

Ilustración de Shigeru Mizuki

Fuentes

Meyer, Matthew: El desfile nocturno de los cien demonios. Quaterni, Madrid, 2019.
Misarin.net: Ao nyōbō.
Mizuki, Shigeru: Enciclopedia Yokai Vol. 1. Satori, Gijón, 2017.
Sekien, Toriyama: Guía ilustrada de monstruos y fantasmas de Japón. Quaterni, Madrid, 2014.

Skrimsl

El skrimsl es un críptido acuático que vive en los lagos y fiordos de Islandia. Se le podría catalogar como una «isla viviente», es decir, una criatura tan grande que se le suele confundir con una isla cuando se le avista descansando en la superficie del agua. Sabine Baring-Gould recogió el testigo de unos granjeros que vieron a este animal moviéndose lentamente en el lago Skoradalsvatn como si disfrutara del sol.

La descripción que dieron del skrimsl le dotaba de una cabeza similar a la de las focas, un cuerpo bulboso con tres segmentos o jorobas y una cola serpentina, muy diferente a la de cualquier pez o mamífero marino. Según la estimación de los granjeros, la cabeza y el cuello le medía unos seis pies de largo (1,80 m), el cuerpo veintidós pies (6,7 m) y la cola dieciocho pies (5,4 m), por lo que medía unos catorce metros de largo en total. Cabe mencionar que en el dibujo que le entregaron a Sabine Baring-Gould, el cual ilustra esta entrada, no se aprecia que tenga ningún tipo de patas o aletas.

Estos testimonios datan de la segunda mitad del siglo XIX, pero en los Anales islandeses ya aparecen descripciones de una criatura similar avistada durante el verano de 1345 en el lago Lagarfljót, en la otra punta de Islandia. Este ejemplar era de un tamaño inmenso, pues dijeron que entre joroba y joroba había cientos de brazas de distancia, aunque no pudieron estimar su tamaño porque nadie llegó a verle la cabeza o la cola. Por otra parte, según el primer volumen del Thjóthsögur de Jón Arnason, volvió a aparecer otro skrimsl entre los años 1749 y 1750, el cual era del tamaño de un barco, de unas treinta o cuarenta brazas (55-70 m), y que se movía rápidamente.

Al parecer es de naturaleza anfibia, o al menos es capaz de varar voluntariamente en tierra, pues los pescadores de Grimsey aseguran que el skrimsl frecuenta las costas de su isla solitaria por los rastros que deja en la vegetación donde ha descansado. También es temido en el fiordo de Thorska, donde se le ha avisto con asiduidad, ya que se dice que choca contra los barcos y los hunde.

Recreación del Skrimsl plasmado en Iceland: its scenes and sagas

Fuentes

Baring-Gould, Sabine: Iceland, its scenes and sagas. Simth, Elder and Co., Londres (1863).
Izzi, Massimo: Diccionario ilustrado de los monstruos. Olañeta, Palma de Mallorca, 2000.

Pez obispo

El pez obispo u obispo de mar, al que llamaban piscis episcopi habitu (latín: pez vestido de obispo) en numerosos tratados naturalistas del siglo XVI, fue un monstruo marino de aspecto humanoide que apareció en el año 1531 frente a las costas de Polonia bañadas por el mar Báltico. El primero en hablar de este pez fue Guillaume Rondelet en su Libri de piscibus marinis y más tarde se hicieron eco de la noticia otros naturalistas como Conrad Gessner o Ulisse Aldrovandi, los cuales se limitaron a citar lo dicho por Rondelet.

La criatura, que se asemejaba a un obispo vestido de escamas con una mitra en la cabeza, fue llevada ante la presencia de Sigismundo I, rey de Polonia por aquella época. Parece ser que contaba con cierta inteligencia, pues indicó con señas a sus captores que deseaba volver al mar. Cuando fue llevado a la costa, se lanzó al agua y no se le volvió a ver.

Grabado del Monstrorum historia de Ulisse Aldrovandi

Fuentes

Aldrovandi, Ulisse: Monstrorum historia cum Paralipomenis historiae omnium animalium. Bononiae (1642).
Gessner, Conrad: Historia animalium IV. Christoph. Froschoverum, Zúrich (1553).
Paré, Ambroise: Monstruos y prodigios. Siruela, Madrid (1997).
Rondelet, Guillaume: Libri de piscibu marinis. Lugduni, Matthias Bonhomme (1553).

Otoroshi

El otoroshi (japonés: おとろし; posible deformación de osoroshii; Aterrador), también llamado otoron (japonés: おとろん), Orodoku (japonés: おどろく; Sorprender), Odoro odoro (japonés: おどろおどろ; Susto/Sorpresa) o Ke Ippai (japonés: 毛いっぱい; Lleno de pelo), es un misterioso yokai que fue ilustrado en numerosas obras del período Edo, como el Hyakkai Zukan (japonés: 百怪図巻; Volumen ilustrado de cien demonios), el Bakemono no E (japonés: 化物之繪; Ilustraciones de criaturas sobrenaturales) o el Gazu Hyakki Yagyō (japonés: 画図百鬼夜行; El desfile nocturno de los cien demonios ilustrados) de Toriyama Sekien.

Por desgracia no se incluyó descripción alguna en ninguna de estas obras ni se escribió su nombre con carácteres chinos, por lo que no existe mucha información sobre él salvo su aspecto: parece ser cuadrúpedo, con un cuerpo cubierto de una larga melena negra, alargado y achaparrado, similar al de los topos, aunque lo que más sobresale de él es su gran cabeza azul o anaranjada, la cual recuerda a la de una hannya.

Toriyama Sekien lo plasmó encaramado en lo alto de un torii, una puerta compuesta por columnas que suele servir de entrada en los santuarios sintoístas, por lo que folkloristas como Shigeru Mizuki acabaron afirmando que los otoroshi son yokai que se encargan de proteger estos lugares sagrados y las divinidades que habitan en ellos una vez quedan abandonados. Cuando alguien con malas intenciones o que no cree en los dioses pasa por debajo del torii, el otoroshi caerá ante él como llovido del cielo causándole gran espanto o incluso la muerte. También parecen habitar en los alrededores de casas viejas y abandonadas, apareciéndose

Ilustración de Shigeru Mizuki

Fuentes

Meyer, Matthew: El desfile nocturno de los cien demonios. Quaterni, Madrid, 2019.
Misarin.net: Otoroshi.
Mizuki, Shigeru: Enciclopedia Yokai Vol. 2. Satori, Gijón, 2018.
Sekien, Toriyama: Guía ilustrada de monstruos y fantasmas de Japón. Quaterni, Madrid, 2014.
Wikipedia.org: Otoroshi.

Orabou

El naturalista André Thevet habló en su Cosmografía universal sobre una gran montaña que le llamó la atención cuando se encontraba navegando el mar Rojo. Este promontorio era conocido como Marzouan, aunque antiguamente se llamaba Orabou por la gran cantidad de peces de esta especie que se criaban en las aguas de sus alrededores.

Los árabes que habitaban esta montaña sufrían de cálculos renales más que cualquier otro pueblo del mundo ya que se alimentaban del orabou, cuyo sabor era tan horrendo que el propio Thevet llegó a afirmar que era preferible comer carne de camello viejo o de mastín libanés antes que la del pez. Por suerte, la grasa derretida del propio animal, mezclada con ciclamen y polvo de mineral, servía como remedio contra los cálculos renales que producía su consumo.

Thevet apenas describió al animal y sólo dijo de él que medía unos nueve pies de largo (2,70 m) y que estaba cubierto de escamas muy resistentes, aunque no tan fuertes como las de los cocodrilos. Ambroise Paré, que lo llamó erróneamente orobon, sólo añadió a su descripción que era muy violento contra otros peces. La imagen con la que acompañaron sus obras nos muestra un animal que dista bastante de un pez ordinario, ya que plasmaron al orabou como una bestia con orejas y un feroz rostro barbado similar al de un gato; además tenía cuatro patas terminadas en garras palmípedas y su espalda estaba jorobada y cubierta de espinas.

Grabado de La cosmografía universal de André Thevet

Fuentes

A Book of Creatures: Orabou.
Paré, Ambroise: Les oeuvres d'Ambroise Paré. Nicolas Buon, Paris (1579).
Paré, Ambroise: Monstruos y prodigios. Siruela, Madrid (1997).
Thevet, André: La cosmographie universelle d'André Thevet (vol. I). Guillaume Chaudiere, Paris (1575).

Shokera

Toriyama Sekien plasmó en su Gazu hyakki yakō (japonés: 画図百鬼夜行; Desfile nocturno de los cien demonios ilustrado) a un extraño diablo de piel oscura espiando por el tragaluz de una casa. Este es el yokai conocido como Shōkera (japonés: しょうけら; Espíritu grillo topo), pero como el autor no añadió ninguna descripción ni carácteres chinos para escribir su nombre, poco más se sabe de él.

Según el kōshin, una creencia japonesa de origen taoísta, cada sesenta días siguiendo el ciclo sexagesimal chino se producía una noche conocida como kōshin machi. Es en estas noches cuando los sanshi, tres insectos que viven dentro de los humanos, salen del cuerpo mientras la gente duerme y van a informar al Emperador de los Cielos de todas las buenas y malas acciones que hemos cometido. Con la información recabada por estos insectos, el Emperador del Cielo estimaba cuánto tiempo de vida acortará o alargará a cada persona. Por eso, aquellos que tenían mala conciencia por sus actos pasaban estas noches en vela para evitar que los sanshi salieran de su cuerpo.

El folklorista Shigeru Mizuki afirmó que existe un conjuro que dice «Shōkera, atraviesa mis tripas, que son tu morada, si no duermo o si duermo, si duermo o si no duermo». Si alguien lo decía en voz alta evitaba que los sanshi le perjudicasen, por lo que interpretó que el shōkera era uno de estos insectos sobrenaturales que, una vez ha salido del cuerpo, espía nuestras acciones desde las ventanas y tragaluces de nuestros hogares antes de ascender al Cielo. Por su parte, Matthew Meyer cree que los Shōkera se encargan de vigilar durante el kōshin machi que nadie se quede despierto para entorpecer el trabajo de los sanshi, acechando a aquellos que se atrevan a violar las leyes celestiales.

Ilustración de Shigeru Mizuki

Fuentes

Meyer, Matthew: El desfile nocturno de los cien demonios. Quaterni, Madrid, 2019.
Misarin.net: Shokera.
Mizuki, Shigeru: Enciclopedia Yokai Vol. 2. Satori, Gijón, 2018.
Sekien, Toriyama: Guía ilustrada de monstruos y fantasmas de Japón. Quaterni, Madrid, 2014.

Lobo marino

Pierre Belon, médico y naturalista del siglo XVI, describió en su obra De aquatilibus al lobo marino (latín: lupus marinus), un extraño animal avistado en las costas del océano británico y del que no se había escrito nada hasta aquel momento. Fue llamado así porque en apariencia es bastante similar a un lobo común y corriente, aunque su dieta se basa principalmente en pescado y puede vivir tanto en el agua como en tierra.

La cabeza de estos animales es grande y peligrosa, con el hocico y los dientes como los de los perros. Tienen la boca poblada por una barba robusta y los ojos ensombrecidos por el pelo que les crece alrededor. Su pelaje, adornado por distintivas manchas negras, es erizado y áspero, sobretodo por la espalda. Lo que más destacaba de su anatomía era la cola, gruesa, oblonga y de espeso pelaje. Al parecer pueden vivir muchos años domesticados y en cautividad.

Grabado del libro The history of four-footed beasts, de Edward Topsell

Fuentes

Belon, Pierre: De aquatilibus II. Parisiis, Apud Carolum Stephanum (1553).
Gesner, Conrad: Historiae animalium I. Francofurti, Bibliopolio Cambieriano (1602).
Topsell, Edward: The history of four-footed beasts and serpents. E. Cotes, Londres (1658).

Ohaguro bettari

En Japón, entre los períodos Heian y Edo, era popular entre las mujeres de alta alcurnia o que estaban a punto de casarse el teñirse los dientes de negro mediante una técnica conocida como ohaguro. Con esta siniestra sonrisa se aparece de noche en las afueras de los pueblos, cerca de templos poco transitados, el yokai conocido como Ohaguro bettari (japonés: お歯黒べったり; Dientes ennegreidos).

Este espíritu tiene el aspecto de una hermosa mujer vestida con un lujoso kimono, pero siempre procura ocultar su cara. Cuando alguien entabla conversación con ella, ya sea por lujuria o por simple amabilidad, se gira hacia su interlocutor y le muestra un rostro blanquecino totalmente plano y sin facciones. A diferencia de otros yokai, como el nopperabo, la Ohaguro bettari tiene una horripilante sonrisa llena de dientes ennegrecidos. Tal vez se trate de un yokai nacido de la frustración de una mujer que tenía los dientes teñidos de negro, aunque muchos piensan que simplemente son animales capaces de cambiar de aspecto, como los tanuki, mujina o kitsune, que adoptan esta forma para divertirse y asustar a los humanos.

Ilustración de Shigeru Mizuki

Fuentes

Meyer, Matthew: El desfile nocturno de los cien demonios. Quaterni, Madrid, 2019.
Misarin.net: Ohaguro bettari.
Mizuki, Shigeru: Enciclopedia Yokai Vol. 2. Satori, Gijón, 2018. Sekien, Toriyama: Guía ilustrada de monstruos y fantasmas de Japón. Quaterni, Madrid, 2014.

Huspalim

El explorador André Thevet mencionó en su Cosmografía universal a unas bestias conocidas como Huspalim o Hulpalim que habitaban en la isla de Socotra. Al parecer sólo se alimentaban de viento y físicamente eran tan grandes como una marmota etíope, tenían la piel roja y moteada, la cabeza esférica como una bola y los pies redondos y planos, sin uñas para atacar. La imagen con la que ilustra a este animal en su obra se basa en una piel que el propio Thevet poseía y lo representó con una cara parecida a la de un mono con orejas redondas. Los nativos del lugar sabían aprovechar su grasa para hacer remedios contra los picores y rozaduras y, según Ambroise Paré, también comían su dura carne después de ablandarla a bastonazos.

Grabado de La cosmografía universal, obra de André Thevet

Fuentes

Paré, Ambroise: Les oeuvres d'Ambroise Paré. Nicolas Buon, Paris (1579).
Paré, Ambroise: Monstruos y prodigios. Siruela, Madrid (1997).
Thevet, André: La cosmographie universelle d'André Thevet (vol. I). Guillaume Chaudiere, Paris (1575).